Tendiendo puentes: La pedagogía de la danza como herramienta micropolítica

Mercedes Balarezo F.

Cuando hablamos de los esfuerzos de una sociedad hacia la inclusión, lo primero que me pregunto es: ¿Quiénes están excluidos de esa sociedad? y ¿Por qué? En la búsqueda de respuestas a esas preguntas me he encontrado con ciertas ideas de pensadores que más o menos directamente atienden el tema de la inclusión, pero que además develan paradigmas de pensamiento que exponen temas centrales en la problemática de la exclusión y discriminación. Les propongo desmenuzar en conjunto ciertos textos me han ayudado a comprender este fenómeno de una manera corporeizada en mi practica pedagógica y que han influenciado mi pensamiento artístico, ya que voy a hablar desde mi experiencia como bailarina, pedagoga de técnicas corporales y artista de la danza.

En mi carrera como bailarina, especialmente en los años de formación, siempre hubo un modelo ideal al que perseguir, promovido directamente desde las cabezas de las instituciones educativas. Este ideal no era solo un compendio de extremas habilidades físicas técnicas y artísticas que alcanzar, pero también un claro modelo físico que era reproducido más o menos tácitamente. Por ejemplo, se halagaba constantemente la delgadez, la talla alta, las proporciones armónicas del cuerpo e incluso se prefería un fenotipo de tez, ojos y cabello claros. Para muchos artistas creadores de danza, estas prácticas e ideología son aberrantes y van en contra de su ética artística. En varias escuelas y compañías de danza en el mundo se ha generado desde hace tiempo una consciencia de la riqueza que aporta la diversidad a la danza. Pero para mí, esta fue la realidad que viví en más de una institución educativa en mi proceso de ser estudiante para bailarina profesional, hace ya más de diez años. Realidad de la que he tratado de mantenerme alejada durante mi carrera profesional, trabajando de cierta forma desde la periferia. Con mi trabajo como miembro fundador, apoyé a la formación de un grupo de danza independiente con proyectos sólidos sostenidos en el tiempo como fue Colectivo Zeta y creé mi propio espacio de enseñanza en Quito, Moleko Danza Estudio, donde el paradigma de educación está basado en proyectos artísticos pedagógicos que priorizan el proceso de enseñanza aprendizaje y experimentación sobre el producto artístico como tal.

Hoy, desde mi posición de pedagoga y artista de la danza, realizando mi investigación de maestría, he reflexionado sobre las ideas problemáticas que han generado, en mí, esta alienación de lo que parecía ser la danza en relación al cuerpo y he buscado formas de pensamiento que me permitan generar una danza emancipada de prácticas excluyentes, que sea irreverente a los cánones obsoletos de belleza y que haga caso omiso a los ideales propios de una sociedad que está en decadencia. Veo cada vez con más frecuencia que el mundo de la educación profesional de la danza ha entendido que no hay un solo estilo de cuerpo que sea apto para bailar, que no hay estilos o técnicas de danza que sean absolutas en cuanto a la formación de bailarines, que la multiplicidad de voces, colores, ideas y capacidades es lo que permite al arte hacer lo que mejor hace: remover consciencias y amalgamar cuerpo y concepto. Sobre todo, veo que el paradigma de educación de la danza está cambiando de ser una producción de atletas, soldados del movimiento estético a ser el espacio-tiempo en que seres humanos devienen artistas, pensadores con el cuerpo, cuerpos inteligentes, seres sensibles al mundo con herramientas creativas que pasan por su cuerpo-mente como unidad indivisible. Esa es la dirección en la que yo dirijo mi práctica. 

En esta ponencia quiero compartir con ustedes mis reflexiones sobre tres textos que encuentro importantes para comprender mejor el fenómeno de la inclusión en la pedagogía artística. Empezaré con el texto de Lennard Davis, Reforzando la Normalidad, quien cuestiona el origen de los estándares que concebimos como normales. Seguido de esto hablaré sobre cómo, de la obra de Suely Rolnik y Felix Guattari, Micropolíticas: Cartografías del Deseo, texto que nos da luces de cómo desde nuestro campo de acción somos agentes activos de cambio en la sociedad. Finalmente, basada en el texto de Jenny Seham, Educación de la Danza para Estudiantes con Discapacidades, haré un resumen de la metodología propuesta por la autora  y explicaré como estos principios pueden ser trasladados a otros campos de trabajo. Durante el transcurso de esta conversación les invitare a realizar algunas actividades. Para estas necesitaremos lápiz y papel o un celular con grabación de voz. Ya que escribiremos o grabaremos, a manera de pensamiento automático, reflexiones sobre los temas tratados, las instrucciones serán dadas más adelante. El contenido de las notas es privado y no será leído por nadie más que ustedes mismos.

¿Qué significa ser “normal”?

Implicaciones socio políticas de estar o no en el promedio

  • Describe mentalmente todos los aspectos de tu vida, cuerpo o mente que en esta sociedad se consideran normales, dentro de la media o el promedio.
  • Ahora enumera los aspectos de tu vida, cuerpo o mente que no se enmarquen en lo que se considera el promedio, la media o lo normal.
  • ¿Cómo te sentiste al hacer esta clasificación?

“Medimos nuestra inteligencia, nuestro nivel de colesterol, nuestro peso, altura, impulso sexual y dimensiones corporales sobre cierta línea conceptual desde subnormal hasta sobre el promedio. Consumimos un balance mínimo diario de vitaminas y nutrientes basado en lo que debería consumir un humano promedio. Nuestros niños son clasificados en la escuela y puestos a prueba para determinar si calzan en una curva normal de aprendizaje, de inteligencia. Los doctores los miden y pesan para ver si están sobre o bajo la curva de peso y talla. Probablemente no hay área de la vida contemporánea en la que una idea de norma, media o promedio no haya sido calculada.” (Davis, 1995) 

Lennard Davis nos invita a prestar atención, dentro del contexto del estudio del cuerpo con discapacidades a la idea de norma y lo que consideramos la medio o el promedio. Voy a hablar sobre el contenido del capitulo Construyendo Normalidad que encontramos en el libro Reforzando la Normalidad: Discapacidad, Sordera y Cuerpo. Es central en el estudio de las discapacidades y en la educación artística inclusiva, hacer un cambio de enfoque para entender la problemática. ¿Cuándo algo no entra en el molde, no sería lo mejor revisar el molde? ¿Cuáles son los parámetros a los que tratamos de ceñir a los niños, a los estudiantes, a nosotros mismos como adultos profesionales, como amantes, como artistas, como humanos? Davis sugiere que el problema de la persona con discapacidad radica no es su impedimento o enfermedad sino en como la construcción de la normalidad lo excluye de la sociedad en tanto esta fuera de la norma. Davis asevera que el proceso social de discapacitación llega en la era de la industrialización junto con otros discursos y prácticas excluyentes que se manifiestan a fines del siglo XVIII y siglo XIX como el género, la raza, el nacionalismo, la orientación sexual. Dentro de este contexto, podemos pensar que el concepto de norma, media o promedio no es tanto una condición humana, como una característica de un cierto tipo de sociedad, que al adoptar esta forma de pensar esta creando paralelamente la concepción de subnormal, anormal, extremos y desviaciones. En estas sociedades donde opera el concepto de norma, el cuerpo de la persona con discapacidad estaría localizado por fuera de la media o como una desviación de la norma.

 

La palabra normal entra en su acepción actual en el idioma inglés solo en 1840, entendida como usual, regular, estándar, el tipo común. La palabra norma en el sentido moderno se empieza a utilizar a partir de 1855. Es interesante citar estos datos,  ya que esta corta vida de la palabra normal o norma nos invita a pensar en la posibilidad de una sociedad donde estos conceptos no operaban. Sin embargo, Davis nos expone inmediatamente la noción del ideal, que ha estado presente en el arte Occidental mucho antes de esta discusión sobre la norma. Como el mejor ejemplo, las muchas representaciones de la figura de Venus, este cuerpo mítico y poético que pertenece al reino de los dioses, que, por tanto, instaura un modelo de belleza inalcanzable para los humanos en la cual la gran mayoría de los pobladores de este planeta nos vemos excluidos, sin representación. El problema, desde mi perspectiva, no reside en que la belleza sea retratada en el arte, más en el valor absoluto que se le otorga a la belleza como epítome de la creación artística.   Todavía más problemático es el hecho de que un fenotipo en particular se imponga en la escala subjetiva de la apreciación de la belleza como la superior. 

Davis explica como la construcción de este ideal se representa claramente en el trabajo de Françoise-André Vincent que lleva por nombre (1789, Museo de Louvre, Paris) o Zeuxis eligiendo como modelos a las chicas más hermosas de Crotón. En esta pintura lo que vemos es al pintor escogiendo entre las modelos quienes prestarán partes de su cuerpo para dar forma a la Diosa Afrodita quien representa el ideal de belleza. Lo que Davis nos hace ver trayendo a colación esta obra es como se construyen estos ideales, de una manera inalcanzable, ninguna joven en Crotón estará a la altura de ese ideal. Por definición el ideal, dice Davis, no puede ser encontrado en este mundo. El autor pone en contraste lo Grotesco como una forma visual inversa al ideal que posee una cualidad transgresora que afirma la vida en esa inversión de la jerarquía política.

Antes de continuar, quiero invitarles a tomarnos unos minutos para reconectarnos con nuestro cuerpo y respiración. Les propondré una serie corta de ejercicios que vienen de prácticas corporales varias con el fin de oxigenar el cuerpo-mente y despertar la atención.

Relaja con suaves movimientos el cuello y los hombros.

Respira profundamente un par de veces.

Entrecruza los dedos de la manos volteando las palmas hacia el techo y estírate hacia arriba todo lo que puedas.

Micropolítica, procesos de singularización y revolución molecular

Vamos a dar el salto hacia el siguiente texto, el libro es Micropolítica: Cartografías del deseo, escrito a cuatro manos por la brasileña Suely Rolnik y el francés Félix Guattari. El trabajo de estos autores me han ayudado a darle una profundidad teórica a mi practica docente y a alcanzar un mayor nivel de comprensión de los procesos que estoy llevando a cabo desde un punto de vista político enmarcado en los procesos de subjetivación de las sociedades en las que habito. Por esta razón creo que es pertinente traer este texto a colación en el marco de una discusión sobre educación inclusiva. Quiero empezar nuevamente con una cita que liga, desde mi perspectiva, directamente con el tema que acabamos de tratar en el texto anterior.

“El orden capitalístico produce los modos de las relaciones humanas hasta en sus propias representaciones inconscientes: los modos en los cuales las personas trabajan, son educadas, aman, fornican, hablan… y eso no es todo. Fabrica la relación con la producción, con la naturaleza, con los hechos, con el movimiento, con el cuerpo, con la alimentación, con el presente, con el pasado y con el futuro-en definitiva, fabrica la relación del hombre con el mundo y consigo mismo. Aceptamos todo eso porque partimos del presupuesto de que este es el orden del mundo, orden que no puede ser tocado sin que comprometa la propia idea de vida social organizada.” (Guattari & Rolnik, 2006, pág. 58)

Davis habló del concepto de normalidad y cómo todo es medido para saber que tan cerca al promedio están nuestros datos, aunque en ciertos aspectos como inteligencia y belleza el ideal deseado sobrepase por mucho la media de la población. Ahora, Rolnik y Guattari nos hablan de que ya dentro de nuestro inconsciente hemos aceptado modos de relacionarnos y de actuar que tomamos por absolutas y que al reproducirlas obedientemente nos mantienen dentro del orden, de la media y del promedio.

Las personas que trabajamos dentro de un marco social, artistas, educadores, funcionarios públicos, trabajadores del campo social, todos aquellos cuyo trabajo es interesarse por el discurso del otro, nos encontramos en un encrucijada política y micropolítica fundamental (pág. 44) , dicen estos autores. La micropolítica solo puede llevarse a cabo paso a paso, en cómo hablamos con nosotros mismos y con los demás, cómo encaminamos nuestra practica en el cotidiano, todo plano de la vida debe asumirse como un campo micropolítico donde es relevante generar un proceso de cambio.

La subjetividad propia de nuestras sociedades está asumida, pero el modo en el que la vivimos es nuestro campo de acción micropolítica. Podemos asumirla en una relación de alienación y dominación ante la cual nos rendimos o como “una relación de expresión de creación, en la cual el individuo se reapropia de los componentes de la subjetividad, produciendo un proceso” (pág. 48) que los autores llaman singularización. Estos procesos de singularización podrían ser entendidos como antídotos a esas voces que regulan nuestro accionar desde la interiorización de valores capitalísticos y abren espacio-tiempo para el desarrollo de nuestra propia escala de valores.

Lo que generamos dentro del tejido social con nuestros procesos de singularización enmarcados dentro de una micropolítica es una revolución molecular. Revolución molecular que opera en niveles distintos al mismo tiempo, opera en nuestros deseos, creatividad, sueños, la relación con nosotros mismos, la invención de diferentes modos de relación interpersonal: con los colegas, con los hermanos, en la escuela, en el hospital, incluso yo clamaría que en la relación con los animales y con la naturaleza. “La revolución molecular crea mutaciones conscientes e inconscientes en los individuos y en los grupos sociales.” (pág. 61)

La micropolítica nos demanda una sensibilidad aun mas desarrollada ya que el enemigo puede no estar en algo fuera de nsotros, sino encarnado en nosotros mismos, en un amigo, en el discurso de algún líder con el cual nos alineamos. Esta sensibilidad no se desarrolla únicamente desde el conocimiento racional y teórico, tiene que haber una inclusión de los afectos y comunión con el cuerpo. No solo se piensa la micropolítica, se siente la micropolítica en el cuerpo, la revolución molecular empieza dentro de nuestra propia piel. En este sentido el pensador de la dnaza: Lepecki nos hace la pregunta: ¿cómo reactivar un campo afectivo político que pueda iniciar activaciones potentes de subjetividades políticas y de movimiento? (Lepecki, 2013)  Para mi, la respuesta se mira la cola y dice: la micropolítica vivida desde el propio cuerpo.

Los ejes de la revolución molecular que son llevados a cabo por los grupos minoritarios, ya que  consideran “la problemática de la subjetivación inconsciente en el campo de lo social, sin el cual dejarían escapar el factor principal de la crisis de nuestras sociedades.” (pág. 144) La discusión y colaboración entre minorías es un importante ejercicio de revolución molecular,  cada vez en el terreno actual de la política esta vinculado a los cambios en la subjetividad y se ve alterado por los proceso de la micropolítica. 

Esta revolución molecular que puede influenciar hasta la política internacional empieza por transformar nuestra vida personal, nuestra relación con el cuerpo, con la naturaleza, con la música, con el sexo y se extiende a todas las áreas de nuestro accionar. Estas micropolíticas que llevan a cabos procesos de singularización generan dispositivos que crean estructuras de apertura y contactos que son imposibles de crear en aislamiento, son dispositivos vivos, dinámicos, creados en conjunto para la especificidad de los grupos que las practican, en armonía y coherencia con el contexto en que se encuentran y en respuesta a las problemáticas que enfrentan.

Educación inclusiva dentro y fuera del salón de danza

Cómo último punto, me referiré al texto de Jenny Seham quien con muchos años de trabajo en el campo nos habla en profundidad de los aspectos necesarios para trabajar con grupos de habilidades mixtas, en su texto: Educación de la Danza para Estudiante con Discapacidades.

El trabajo de inclusión en la educación artística comienza mucho antes de entrar al aula, antes, incluso de preparar una clase. En este texto la autora recalca la importancia del trabajo interdisciplinar y la investigación en el campo de la inclusión artística. Ha habido experiencias muy valiosas y aportes resultado de esas investigaciones como lo muestra en el texto. Pero, yo insistiría en la necesidad de que las investigaciones y los procesos de desarrollo de metodologías, si bien basados en las experiencias previas y literatura sobre el tema, deben desarrollarse in situ en el contexto y desde la noción de identidad en donde se está trabajando. Por esta razón pienso que es fundamental, organizar al gremio de artistas de la danza que están trabajando alrededor de temas de inclusión, con un grupo de pedagogos y equipo médico, psicológico especializado y que las instituciones competentes fomenten una plataforma de investigación continua donde se puedan desarrollar más conocimiento e intercambiar saberes en torno al trabajo inclusivo con las especificidades de cada grupo.

Cuando cursaba la licenciatura en Ciencias de la Educación, recuerdo que una profesora en clase de hizo un breve comentario con respecto a que los grandes aportes a la Pedagogía se habían hecho trabajando con personas con necesidades educativas especiales. Este comentario quedó grabado en mi memoria y creo que se aplica en las siguientes dos categorías que Jenny Seham incluye en su texto para trabajar en Educación Dancística con grupos de habilidades mixtas. La primera “Principios y Conceptos vs. Forma” por muchos años y en algunas técnicas mas que en otras la forma que adopta el cuerpo parece haber sido mas importante que los principios biomecánicos que operan en el cuerpo. La autora nos sugiere sobrepasar la forma y estudiar los conceptos y principios. La expectativa de una forma especifica en el cuerpo puede ser una fuente de frustración y puede dar pie a un aprendizaje superficial que no sea aplicable mas tarde en otro tipo de trabajo.  Por el contrario, el trabajo con enfoque en conceptos y principios físicos permite un aprendizaje profundo tanto cognitiva como muscularmente que permite al estudiante apropiarse del contenido y usarlo mas adelante en nuevos contextos y en nuevos retos.

El siguiente aporte de Seham es lo que ella llama “Traducción” que se deriva del anterior ya que sugiere que diferentes movimientos pueden ser traducidos a otras partes del cuerpo o a la identificación y extracción de sensaciones físicas que permiten a los estudiantes experimentar el movimiento solicitado, aunque presenten restricciones de movilidad. Al  traducirlo el patrón de movimiento a otra zona del cuerpo el trabajo permite al bailarín experimentar nuevos mapas corporales y desarrollar memoria muscular. Finalmente, la autora nos recomienda mantener las tres leyes universales del aprendizaje en el proceso de planificación, enseñanza y evaluación, las tres leyes son:

Principio 1: proveer múltiples medios de representación

Principio 2: proveer múltiples medios de acción y expresión 

Principio 3: proveer múltiples medios de participación 

Estas líneas de trabajo demandan del docente estudio, análisis, creatividad, pensamiento divergente y profundo conocimiento de su práctica artística y es un trabajo es aplicable a todo tipo de educación.

Los conceptos de normalización que han creado una expectativa internalizada en cuanto a lo que significa estar dentro del promedio es la primera problemática que tenemos que revisar dentro de nuestro propio sistema de valores. Podemos entender desde la micropolítica cómo al identificarlos en nuestro propio pensamiento, podemos dirigir nuestros esfuerzos a modificar conscientemente estas expectativas internalizadas. Al modificar nuestro accionar estamos generando procesos de singularización que llevan a una revolución molecular que, afecta fibras internas del tejido social y tiene una incidencia en la política pública e incluso internacional, cuando es entendida en colaboración y diálogo.

Finalmente, con los conceptos de normalización y de micropolítica en mente, podemos abordar el trabajo dentro y fuera del salón de danza desde una investigación interdisciplinar. Es imprescindible una aplicación de principios que permitan trabajar con el rigor que el entrenamiento de la danza requiere y esperando el máximo desempeño de cada estudiante, sin recurrir a expectativas superfluas, sino a trabajo profundo del sistema nervioso y muscular en el campo afectivo y simbólico.

Estamos viviendo un cambio de paradigma de la educación tenemos la responsabilidad de juntar esfuerzos e iniciativas para llevar a cabo este reto que los tiempos nos exigen con un trabajo comprometido, en colaboración con otras disciplinas profesionales y con el apoyo de políticas publicas y de las instituciones competentes que generen la plataforma sobre la que los especialistas podamos explotar nuestros conocimientos en favor de una educación digna, de calidad y para todos.

Trabajos citados

Davis, L. (1995). Enforcing Normalcy: Disability, Deafness, and the Body. New York: Verso.

Guattari, F., & Rolnik, S. (2006). Micropolítica. Cartografía del Deseo. Madrid: Traficantes de Sueños.

Lepecki, A. (2013). The Politics Enjoyment. In G. Siegmund, & S. Hölscher, Dance, politics, and coimmunity (pp. 21-58). Zurich-Berlin: diaphanes.

Seham, J. (2017). Dance Education for Students with Disabilities. In J. Crockett, & S. Malley, HAndbook of Arts Education and Special Education. Policy, Research, and Practices (pp. 166-183). Londres: Routledge.

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